Avances en la evaluación de riesgos catastróficos globales: reseña del Global Catastrophic Risk Assessment 2024
Por: Equipo ORCG
Resumen
En octubre de 2024, el Homeland Security Operational Analysis Center, un centro de investigación operado por la RAND Corporation, publicó el Global Catastrophic Risk Assessment (GCRA 2024), un informe que evalúa los seis riesgos catastróficos globales contemplados en la ley S.4488 - Global Catastrophic Risk Management de Estados Unidos: pandemias, guerra nuclear, impactos de asteroides, supervolcanes, cambios climáticos severos y riesgos tecnológicos emergentes.
El GCRA 2024 representa un hito en la gestión de riesgos globales, pues se enmarca en el proceso de implementación de la primera legislación mundial enfocada en este tipo de riesgos. El informe se basa en una revisión exhaustiva de literatura no clasificada, sintetizando información clave sobre cada uno de estos riesgos. Incluye estimaciones de impacto, factores que influyen en su probabilidad de ocurrencia y posibles medidas de mitigación, con el objetivo de proporcionar a agencias federales y otros actores herramientas valiosas para el diseño de estrategias de gestión efectivas.
Este esfuerzo representa un avance importante para tomar decisiones informadas en un área de alta incertidumbre y proporciona una base sólida para el desarrollo de políticas sobre riesgos catastróficos globales. Sin embargo, el informe también ha revelado áreas de oportunidad para fortalecer futuras ediciones. Entre los aspectos más destacados, se encuentra la decisión de omitir estimaciones sistemáticas de probabilidad para los riesgos evaluados, lo que podría desalentar el desarrollo de herramientas para reducir la incertidumbre en la toma de decisiones. Consideramos que los gobiernos deberían contar con estimaciones internas para fundamentar mejor sus estrategias de gestión.
En cuanto a las evaluaciones específicas por riesgo, observamos cierta falta de integración con parte de la literatura relevante en el campo de los RCG. Para el caso de inteligencia artificial, el informe enfatiza la incertidumbre sobre la evolución del riesgo, pero no aborda suficientemente la posibilidad de que el ritmo acelerado del desarrollo tecnológico haga probablemente inviable esperar una caracterización óptima antes de implementar medidas preventivas. En las medidas de mitigación ante escenarios de guerra nuclear, impactos de asteroides o cambios climáticos abruptos, la resiliencia alimentaria no recibe la atención que amerita, a pesar de la evidencia revisada por pares que valida su implementación. En el caso de las erupciones volcánicas, el análisis no considera que eventos volcánicos de menor magnitud pueden desencadenar disrupciones sistémicas a escala global, afectando infraestructuras críticas y cadenas de suministro.
En las propuestas para abordar estas limitaciones, sugerimos la incorporación de metodologías de consulta con expertos externos, la definición de criterios más claros para informar las cuatro categorías de impacto, así como elegir medidas de mitigación más específicas y alineadas con los avances más recientes en cada campo.
Contexto
La Global Catastrophic Risk Management Act ha sido un gran avance en la gestión de riesgos catastróficos globales. Fue la primera vez que una nación se comprometió a hacer un análisis detallado de esta categoría de riesgos, ordenando al gobierno de Estados Unidos a establecer acciones para su prevención, preparación y resiliencia.
Esta legislación reconoce como RCG a: pandemias globales, guerra nuclear, impactos de asteroides y cometas, supervolcanes, cambios repentinos y severos en el clima, y amenazas derivadas del uso y desarrollo de tecnologías emergentes (como inteligencia artificial o pandemias de diseño biosintético). Para su gestión, la ley insta al gobierno de EE.UU. a:
Presentar una evaluación de riesgos catastróficos globales al Congreso de los EE.UU.
Producir un plan para mitigar los riesgos (a cargo de 16 agencias nacionales específicas de los EE.UU.).
Desarrollar una estrategia para la gestión del riesgo liderada por el Secretario de Seguridad Nacional y el administrador de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias.
Realizar un ejercicio nacional para probar la estrategia.
Proporcionar recomendaciones al Congreso de los EE.UU.
Para cumplir con estos mandatos (Sección 7303 del Act), el Secretario de Seguridad Nacional y el administrador de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias contrataron al Homeland Security Operational Analysis Center, un centro de investigación operado por RAND Corporation para realizar una evaluación de los RCG contemplados en la ley. Esto, con el fin de permitir a diferentes actores, incluidas varias agencias federales, desarrollar estrategias para gestionar tales riesgos (Sección 7305). Este esfuerzo conjunto culminó en la publicación del Global Risk Assessment (GCRA) en octubre de 2024.
El GRA se enfoca en desarrollar resúmenes de los seis riesgos catastróficos globales reconocidos por la ley. Estos resúmenes abarcan algunas estimaciones de probabilidad de ocurrencia, las posibles consecuencias de cada riesgo, los factores que los generan, incertidumbres asociadas, la probabilidad de que dichos riesgos evolucionen en la próxima década, entre otros. En particular, el informe:
Identifica escenarios catastróficos o existenciales asociados con las amenazas evaluadas, incluidos aquellos que podrían tener probabilidades muy bajas de ocurrir.
Cuando lo considera factible, desarrolla estimaciones para la probabilidad de ocurrencia y las consecuencias potenciales de cada amenaza.
Describe los factores que afectan la probabilidad de ocurrencia de cada amenaza y sus consecuencias potenciales.
Detalla los factores que limitan las evaluaciones de riesgo catastrófico y existencial, tanto de manera acumulativa como para amenazas particulares, y cómo esas limitaciones podrían superarse mediante investigaciones futuras.
Analiza si es probable que el riesgo catastrófico y existencial global aumente o disminuya significativamente en la siguiente década, tanto cualitativa como cuantitativamente, junto con una descripción de las incertidumbres asociadas.
Examina las implicaciones de las evaluaciones de riesgo sobre cómo el gobierno federal puede evaluar y gestionar de manera más adecuada el riesgo catastrófico y existencial global de forma continua en los años siguientes.
El Observatorio de Riesgos Catastróficos Globales celebra los avances logrados en la gestión de RCG propiciados por la Global Catastrophic Risk Management Act y presenta a continuación una compilación de los aspectos más destacados del Global Risk Assessment 2024, especialmente aquellos en los que identificamos oportunidades de mejora.
Aspectos generales
Metodología
La metodología empleada por el equipo de RAND se basó en una revisión sistemática de literatura no clasificada sobre evaluaciones de los seis riesgos contemplados en el Act. Este enfoque da un panorama general de las características de cada riesgo y sintetiza la información para presentarla a los tomadores de decisiones.
Valoramos la rigurosidad y la transparencia en el proceso utilizado para recopilar información secundaria. Consideramos que, en futuras iteraciones, la incorporación de consultas con expertos externos podría complementar y enriquecer significativamente la evaluación, contribuyendo no solo a recopilar información existente, sino también a avanzar en el estado del arte. Esto permitiría garantizar que la literatura analizada refleje de manera más precisa el conocimiento actual en los campos de investigación relacionados con cada riesgo. Las metodologías de expert elicitation también podrían ayudar a abordar las limitaciones asociadas a la incertidumbre inherente a la evaluación de los riesgos catastróficos globales (Beard et al., 2020), como veremos más adelante.
Marco ético
Consideramos valiosas las consideraciones éticas en la priorización de los riesgos catastróficos globales, ya que proporcionan contexto a los tomadores de decisión sobre el marco ético y conceptual que guía estas evaluaciones, algo que a menudo se pasa por alto. Sin embargo, esta sección presenta el utilitarismo de manera parcial, limitándolo a un enfoque largoplacista. Creemos que la ética utilitarista puede guiar la priorización de RCG sin centrarse exclusivamente en las generaciones futuras, dado el impacto que estos pueden tener sobre las generaciones presentes.
Coincidimos con los autores en que es posible desarrollar estrategias de mitigación útiles tanto para riesgos a corto como a largo plazo, pero esta sección en particular parece asociar de manera restrictiva los riesgos de menor escala con el corto plazo y los RCG con el largo plazo. Sugerimos que, en futuras evaluaciones, se aclare que RCG como una pandemia o una guerra nuclear pueden materializarse de manera repentina y con consecuencias inmediatas que afecten directamente a la población actual. Esto justifica su priorización sin restringirla a un enfoque largoplacista.
Risk framework
Evaluación de impacto
El análisis de los posibles impactos en el GRA 2024 se estructura con base en cuatro categorías: mortalidad, inestabilidad ecosistémica, inestabilidad social y reducción de la capacidad humana.
El informe destaca que la mortalidad no es la única métrica, ya que otras categorías son útiles para determinar si un riesgo constituye una catástrofe (cabe señalar en esta sección un uso impreciso los términos "riesgo” y “catástrofe"¹). Esta postura no es novedosa. Las evaluaciones de riesgo tradicionales a nivel nacional suelen abarcar otros aspectos como el bienestar humano (muertes, enfermedades y efectos en la salud mental), la interrupción de servicios esenciales, los daños económicos, los impactos ambientales, entre otros (ver, por ejemplo, la del Reino Unido). La principal diferencia y ventaja de la propuesta del GRA 2024 radica en la flexibilidad de las categorías, que se adaptan a las necesidades y características de cada riesgo y describen sus impactos de manera diferenciada. Esto es posible porque, a diferencia de las NRA tradicionales, su objetivo no es establecer comparaciones cuantitativas entre los impactos de los RCG evaluados.
Valoramos el uso de estas estimaciones cualitativas; no obstante, sería beneficioso precisar con mayor detalle el marco metodológico empleado para definir qué impactos analizan y miden (cuantitativa o cualitativamente) dentro de las cuatro grandes categorías, y cuál es el razonamiento detrás de cada métrica escogida. En la actualidad, no hay criterio explícito que justifique su incorporación; ser transparentes ayudaría a conservar la flexibilidad actual del modelo y aumentar su rigurosidad. Esto es especialmente relevante considerando que el objetivo del GCRA no es solo describir los riesgos sino someterlos a un proceso de evaluación.
Evaluación de probabilidad
Reconocemos que la evidencia para evaluar la probabilidad es limitada debido a la naturaleza de los RCG -emergentes, históricos pero poco frecuentes, etc- y por este motivo valoramos el incluir consideraciones sobre la incertidumbre aleatoria y epistémica en este campo (Willis et al., 2024, pp. 20–21). Sin embargo, la decisión de RAND de no considerar sistemáticamente las probabilidades de los riesgos analizados podría desalentar el avance en la investigación sobre evaluaciones probabilísticas de RCG, ya que las hace parecer innecesarias para lograr una adecuada gestión.
Si bien entendemos que las restricciones metodológicas del informe -basado en revisión de literatura secundaria- dificultan realizar estas estimaciones, queremos enfatizar en la importancia de avanzar en el desarrollo de herramientas para estimar la probabilidad de ocurrencia de los RCG. Estos progresos en el estado del arte han hecho y hacen posible reducir la incertidumbre epistémica y permiten mejorar la comprensión y gestión de riesgos.
Por otra parte, en esta sección el informe destaca que su metodología fundamentada en preguntas guía ofrece ventajas en contextos de evidencia limitada y “puede informar la toma de decisiones al sugerir diversos puntos de intervención apropiados” (Willis et al., 2024, p. 17). El análisis de las siguientes secciones de esta nota revela que las intervenciones propuestas presentan limitaciones significativas, debidas principalmente a la ausencia de un proceso de consulta con expertos que valide tanto la evaluación como las medidas de mitigación aceptadas en cada campo.
Esto se evidencia en recomendaciones como el almacenamiento de alimentos para el caso de riesgo de guerra nuclear, que carece de respaldo consensuado en comparación con otras intervenciones posibles (Denkenberger & Pearce, 2014), o en las medidas propuestas para mitigar riesgos de inteligencia artificial, que resultan poco concretas considerando el desarrollo actual del campo. Con esto dicho, creemos que hay oportunidades de mejora en esta metodología y, a pesar de los intentos de lidiar con la incertidumbre a través de un enfoque cualitativo y flexible, esto no garantiza que el proceso de gestión de riesgos resulte eficaz.
Finalmente, valoramos el énfasis que pone el GRA en impulsar a los tomadores de decisiones a considerar diferentes dimensiones del riesgo, incluida la percepción social. Este aspecto afecta de manera significativa la disposición de las personas a tomar medidas para mitigar y gestionar el riesgo, así como a aceptar planes de respuesta y resiliencia, y es frecuentemente desatendido o ignorado en la gestión de riesgos catastróficos globales.
Evaluación por riesgos
Supervolcanes
El informe describe el riesgo catastrófico asociado a una erupción volcánica de nivel ocho en el índice de explosividad volcánica (VEI). Entre sus posibles impactos, se incluye la destrucción por flujos piroclásticos y cenizas que pueden afectar áreas hasta cientos de kilómetros del sitio de erupción, potencialmente devastando regiones agrícolas o productivas críticas. Sin embargo, el informe enfatiza que el mayor riesgo global proviene de los efectos a largo plazo: la emisión de gases sulfúricos que, al ser inyectados en la atmósfera, podrían alterar catastróficamente el clima terrestre. La magnitud del impacto varía según factores como la latitud del volcán, el contenido de azufre y la proximidad a regiones pobladas.
En cuanto a la confianza en las estimaciones de impacto, el informe resalta la falta de investigación revisada por pares para las cuatro categorías evaluadas. Respecto a esa afirmación, investigadores de Adapt Research (Boyd & Wilson, 2024) consultaron con expertos en vulcanología en las universidades de Oxford y Cambridge que revelaron evidencia revisada por pares más extensa que la presentada por RAND, particularmente respecto a los impactos del clima y el suministro de alimentos. Para suplir este y otros posibles vacíos en la literatura revisada, sugerimos incluir consultas con expertos externos en la metodología de próximas evaluaciones.
En la Tabla 4. se menciona que eventos catastróficos asociados a una erupción VEI 8 pueden ser predichos con semanas o incluso años de antelación. Sin embargo, en el desarrollo de la sección se aclara que los signos asociados a una erupción inminente, como desplazamiento del suelo, aumento de actividad sísmica, cambios en emisiones de gas o variaciones en niveles de agua subterránea, no siempre están presentes antes de una erupción ni garantizan que esta ocurra. Por lo tanto, recomendamos enfatizar en las tablas resumen la incertidumbre inherente a la predicción de una erupción de estas características, ya que una confianza excesiva en su predictibilidad podría llevar a los tomadores de decisión a subestimar el riesgo real.
Por otro lado, no sólo las explosiones volcánicas de gran magnitud (VEI 7-8) pueden causar una catástrofe global. Muchos de nuestros sistemas, infraestructuras críticas globales, como los pasajes marítimos, los cables submarinos y las rutas de transporte aéreo, están próximos a regiones volcánicas activas, lo cual aumenta la probabilidad de una catástrofe global causada por erupciones moderadas (VEI 3-6) (Mani et al., 2021). Este riesgo se evidenció durante la erupción VEI 4 del volcán Eyjafjallajökull en 2010 en Islandia, mencionada en el informe, la cual provocó disrupciones globales debido a la dispersión de ceniza volcánica hacia Europa continental, afectando sistemas críticos interconectados y provocando pérdidas de miles de millones de dólares para la economía mundial (Ellertsdottir, 2014). A pesar de que se cita este caso en el GCRA 2024, la sección parece no considerar el potencial de las erupciones inferiores a VEI 8 de causar una catástrofe global.
Adicionalmente, consideramos que las recomendaciones de mitigación, específicamente en aquellas relacionadas con la evacuación de poblaciones, pueden incluir consideraciones sobre la percepción social del riesgo. Investigaciones previas (Montes & Ruiz, 2024; Vergara-Pinto & Romero, 2023) han mostrado que la aceptación pública de los planes de respuesta depende de factores sociales y culturales, los cuales deben ser considerados durante el diseño de dichos planes.
Finalmente, sugerimos que las recomendaciones para mitigar los impactos a gran escala sean más específicas. Por ejemplo, incluir medidas para garantizar el suministro de alimentos en los peores escenarios (ver Rivers et al., 2024).
Impacto de asteroide o cometa
El informe plantea que el riesgo de asteroides y cometas se centra en la posibilidad de colisión con la Tierra, lo que puede generar ondas expansivas, pulsos térmicos y otros efectos devastadores. Aunque los impactos menores son más frecuentes (como el meteorito de Chelyabinsk en 2013), el mayor riesgo proviene de objetos grandes que podrían liberar energía equivalente a múltiples veces el arsenal nuclear mundial combinado, causando daños masivos al ecosistema terrestre, como ocurrió hace 66 millones de años con el asteroide que extinguió a los dinosaurios.
Este riesgo varía según el tamaño del objeto: desde asteroides pequeños (30m de diámetro) que podrían destruir una ciudad cada 100 años, hasta grandes asteroides o cometas (varios kilómetros) que podrían tener efectos globales catastróficos una vez cada diez millones de años. Aunque la población de asteroides grandes está bien caracterizada, existe incertidumbre sobre los medianos y pequeños aún no descubiertos. Los cometas, aunque más raros, presentan mayor incertidumbre por sus órbitas impredecibles. El informe señala que, si bien este representa el mayor riesgo astrofísico para la civilización humana, los avances recientes en astronomía y capacidades espaciales han hecho posible su prevención o, al menos, la protección de poblaciones con suficiente tiempo de advertencia.
Las medidas de mitigación presentadas en el informe se enfocan principalmente en planes de evacuación y relocalización. Sugerimos, para iteraciones futuras, recomendar a los tomadores de decisión incluir en estos planes los análisis de percepción social del riesgo, como se destacó en la sección sobre supervolcanes. Estas consideraciones hacen más eficaz el diseño e implementación de las estrategias, al considerar cómo las poblaciones humanas pueden adaptarse y responder a las medidas propuestas según sus contextos socioculturales.
Pandemias
El informe define una pandemia como una "epidemia que se produce en todo el mundo o en una zona muy extensa, cruza fronteras internacionales y suele afectar a un gran número de personas". En sintonía con la “National Biodefense Strategy and Implementation Plan” de la administración del expresidente Biden, se subraya que este fenómeno puede tener orígenes naturales, accidentales o deliberados. En cuanto a las consecuencias más relevantes, el documento resalta, en primer lugar, la mortalidad y morbilidad asociadas, seguida por la saturación de los sistemas sanitarios y de salud pública. Finalmente, identifica como riesgos "secundarios" aquellos derivados de una perturbación económica y social a gran escala. Esta jerarquización de los impactos nos parece adecuada, ya que ofrece una visión integral de sus efectos potenciales. Sin embargo, la caracterización propuesta no aporta un análisis particularmente novedoso en comparación con investigaciones anteriores sobre RCG. Persisten, por ejemplo, dudas sobre los criterios cuantitativos y cualitativos que definirían formalmente a una pandemia como un RCG, especialmente a la luz de los debates surgidos durante la pandemia de COVID-19, en los que ciertos grupos científicos no la consideran dentro de esta categoría (Hobson et al., 2024; Szocik & Abylkasymova, 2021)
El informe otorga prioridad a los virus respiratorios, especialmente aquellos con genoma de ARN, argumentando que su alta tasa de mutación y facilidad de transmisión los convierten en las principales amenazas pandémicas. Esta postura coincide con hallazgos científicos previos que apuntan al papel central de los virus de ARN en las pandemias emergentes y reemergentes (Barreiro, 2016). Asimismo, la proyección presentada en la Figura 6.1, donde las pandemias naturales aparecen como principal fuente de riesgo a corto y mediano plazo, concuerda con el consenso científico y las experiencias históricas (Barreiro, 2016; Bernstein et al., 2022).
Sin embargo, el informe plantea que a partir de 2050 se espera un incremento notable en la probabilidad de pandemias de origen deliberado, lo cual requiere una mayor contextualización. Aunque existen precedentes históricos de programas estatales de armas biológicas, estos han sido en gran medida limitados o disuadidos por marcos regulatorios internacionales, como la Convención sobre Armas Biológicas y los avances en el Tratado ante Pandemias (Johns Hopkins, 2024; The Biological Weapons Convention – UNODA, 2024). Además, los actos de bioterrorismo registrados hasta la fecha han tenido un alcance y una efectividad muy inferiores respecto a los escenarios catastróficos descritos (Gerstein, 2009; Global Terrorism Database, 2024). Para enriquecer su evaluación, el informe podría profundizar en las barreras tecnológicas, regulatorias y de gobernanza que reducen la factibilidad de eventos pandémicos intencionales a gran escala al menos en el corto plazo. Por lo tanto, al menos en los próximos años, podría asignarse un menor riesgo de pandemia de origen deliberado.
Por otro lado, el texto también señala los accidentes de laboratorio como una fuente de riesgo en crecimiento, aunque menor si se compara con las amenazas naturales o deliberadas. Desde la perspectiva de quienes trabajamos en bioseguridad y biocustodia, consideramos que los incidentes en instalaciones de alta contención (BSL-3 y BSL-4) son un riesgo tangible y creciente, en especial tras la pandemia de COVID-19, que impulsó la construcción de nuevos laboratorios de este tipo a nivel global (Global Biolabs Report, 2023; Morin, 2023). En consecuencia, la posibilidad de accidentes que liberen patógenos peligrosos se incrementa. Si bien el informe reconoce este riesgo, creemos que convendría un análisis más exhaustivo enfocado en la expansión de laboratorios fuera de Estados Unidos, pues la limitada capacidad regulatoria y de vigilancia en países con menor infraestructura de bioseguridad puede agravar la vulnerabilidad global, haciendo que, al menos en el corto plazo, el riesgo pueda ser similar o mayor a los riesgos de origen deliberado.
Respecto a la producción de agentes biológicos con potencial pandémico, el informe identifica correctamente que en el corto plazo este riesgo se mantiene limitado por barreras tecnológicas y regulatorias, como las restricciones de acceso a sintetizadores de ADN y tecnologías avanzadas. Sin embargo, se proyecta que los avances en inteligencia artificial y herramientas de diseño biológico podrían, con el tiempo, reducir estas limitaciones y facilitar la creación de patógenos peligrosos. Es necesario enfatizar tanto las medidas de mitigación y limitaciones actuales como la incertidumbre inherente al desarrollo futuro de estos riesgos, particularmente ante la limitada atención que reciben en la actualidad. Por ello, es fundamental que las evaluaciones de estos riesgos se realicen a partir de evidencia sólida, complementada con metodologías idealmente cuantitativas.
Una de las oportunidades de mejora más destacadas en este apartado es la necesidad de integrar metodologías cuantitativas en las proyecciones sobre la probabilidad y el impacto de pandemias, especialmente en lo que respecta a la marcada tendencia al alza después de 2050. La inclusión de modelos matemáticos, análisis probabilísticos y datos internacionalmente contrastados podría otorgar mayor robustez a las evaluaciones. Dada la naturaleza global de los riesgos pandémicos, iniciativas como el mapeo de instalaciones de alta contención, el monitoreo unificado de incidentes de seguridad biológica y la armonización de estándares de operación, contribuirían a mejorar la precisión y la confiabilidad de las estimaciones.
Por último, insistimos en la importancia de profundizar en la evaluación de estos riesgos bajo el marco de los escenarios actuales de colaboración internacional, así como en la transparencia de las medidas de vigilancia, contención y respuesta. Tal como se ha señalado en ocasiones anteriores (de Bengy Puyvallée & Kittelsen, 2018), las pandemias no reconocen fronteras, por lo que toda iniciativa destinada a evaluar o mitigar riesgos debe adoptar una perspectiva integradora de los sistemas de salud y bioseguridad a escala global.
Cambio climático
El informe señala que el riesgo no proviene de un evento catastrófico único, sino de efectos acumulativos adversos que afectan patrones climáticos, niveles del mar, seguridad alimentaria e hídrica, e infraestructura. En la sección se identifican cuatro vías principales hacia una catástrofe global: aceleración en el uso de combustibles fósiles, mayor sensibilidad del sistema terrestre al cambio climático, reducción de umbrales para riesgos clave, y riesgos en cascada compuestos. Aunque estos escenarios son posibles, son considerados improbables o altamente inciertos según la evidencia actual.
Ahora bien, el análisis del riesgo no aborda la posibilidad de un cambio climático abrupto de origen natural. La evidencia disponible sugiere que los cambios climáticos abruptos de gran magnitud han afectado repetidamente a gran parte o a la totalidad del planeta, con variaciones locales de hasta 10°C en solo 10 años (National Research Council, 2002). De hecho, ha habido varios casos de cambios climáticos abruptos a nivel regional, como una disminución de aproximadamente 8°C en dos décadas, seguida por un aumento de 8°C varias décadas después. Además, en los últimos 120.000 años se han registrado seis episodios de enfriamiento de hasta 10°C en varias décadas (Denkenberger & Pearce, 2014). Estos podrían afectar gravemente al suministro global de alimentos.
Guerra nuclear
El informe plantea que el riesgo de guerra nuclear representa una de las amenazas catastróficas globales mejor estudiadas, aunque persisten grandes incertidumbres. Un conflicto nuclear a gran escala podría resultar en cientos de millones de muertes directas, un número mayor de heridos y efectos en la salud que persistirían por generaciones, además de impactos ambientales que, aunque menos predecibles, podrían exacerbar considerablemente las consecuencias humanas y dañar la biosfera. Sin embargo, el consenso científico sugiere que una guerra nuclear con los arsenales existentes o previsibles es improbable que cause la extinción humana, a menos que los beligerantes persigan intencionalmente ese objetivo.
La probabilidad de guerra nuclear, según se indica, está aumentando debido al deterioro de las relaciones geopolíticas y desarrollos como la expansión del arsenal nuclear en países como China. Sugiere, además, que algunas de las acciones para reducir el daño potencial (como ataques preventivos, defensas activas y refugios antinucleares) son costosas y de eficacia incierta.
En cuanto a las medidas de mitigación, el informe propone el almacenamiento masivo de alimentos como una de las principales recomendaciones. Esto resulta comprensible en el contexto de Estados Unidos, dado su alto PIB per cápita, que podría permitir financiar reservas de alimentos a gran escala, así como su condición de posible objetivo en un conflicto nuclear, que limitaría su capacidad de adoptar otras medidas para procurar la seguridad alimentaria tras un ataque. No obstante, es importante señalar que la viabilidad del almacenamiento masivo resulta inviable a escala global, debido a la duración del evento (que podría alcanzar los 10 años), la posible pérdida de infraestructura crítica y los costos prohibitivos de mantener reservas a gran escala.
Un conflicto nuclear entre grandes potencias podría reducir la producción agrícola global hasta un 90% durante varios años, requiriendo una cantidad inimaginable de suministros almacenados. Además, en países atacados la destrucción de redes esenciales como electricidad, transporte y manufactura dificultaría su distribución, agravando las desigualdades en el acceso y el colapso social. Como alternativa, se han propuesto otras soluciones, como el desarrollo de fuentes alternativas de alimentos como relocalización de cultivos, despliegue de invernaderos, y tecnologías a partir de bacterias, algas y celulosa, las cuales pueden producirse incluso en estas condiciones extremas (Rivers et al., 2024). Dado este contexto, tendría sentido que EE.UU. priorizara la inversión en investigación relacionada con alimentos resilientes, ya que podría ser una alternativa más sostenible y efectiva que el almacenamiento masivo.
Inteligencia artificial
El informe plantea que el riesgo de la IA es fundamentalmente diferente de los demás RCG analizados porque, al no tener efectos físicos inherentes, actúa como un amplificador que acelera otros riesgos, principalmente antropogénicos. Esta amplificación puede ocurrir de dos formas distintas: por uso malicioso o por fallos del sistema (desalineamiento). Se afirma que existe una profunda incertidumbre sobre la probabilidad y el momento de materialización de estos riesgos, con evidencia limitada para respaldar predicciones.
En primer lugar, las dos dimensiones de riesgo seleccionadas —uso malicioso y desalineamiento— conforman una dicotomía considerada cada vez más difusa, al mismo tiempo que se omiten otros elementos potencialmente importantes como la interacción entre estos sistemas u otros impactos estructurales asociados a su rápido desarrollo y despliegue. Como resultado, la lista de cinco factores² parece lejos de ser exhaustiva, dado que omite tanto elementos directamente asociados con la tecnología (por ejemplo, las capacidades potencialmente peligrosas de la IA) como aquellos referentes al contexto más ampliamente (por ejemplo, las presiones competitivas o la concentración de poder). Más allá de estas elecciones individuales, el análisis se vería beneficiado de mayor detalle sobre cómo los distintos vectores interactúan entre ellos y contribuyen conjuntamente a los distintos riesgos listados en la siguiente subsección.
En cuanto a riesgos específicos, el informe cubre acertadamente cómo la IA podría exacerbar peligros existentes como el riesgo de una guerra nuclear, la ocurrencia de pandemias o el cambio climático. Asimismo, se mencionan brevemente diversos ejemplos sobre cómo la IA podría tener un impacto disruptivo en distintos sectores de la sociedad. No obstante, el reporte parece desestimar la posibilidad de un desempoderamiento humano global causado por la IA, mencionando que “no hay evidencia convincente de que un escenario así pueda pueda ocurrir en los próximos 30 años”.
Si bien es cierto que existe un alto grado de incertidumbre alrededor de la factibilidad de este escenario, la actitud implícita en el informe se sustenta en una premisa —requerir evidencia robusta de un riesgo para tomar acción sobre él— que, si bien es generalmente válida, podría ser inadecuada para gestionar este riesgo en particular. En primer lugar, ya está emergiendo un corpus de evidencia empírica sobre distintas fuentes del riesgo, como la propensión de los modelos a engañar estratégicamente (Meinke et al., 2025) o fingir alineamiento con sus objetivos (Greenblatt et al., 2024)³. En segundo lugar, requerir descripciones precisas de cómo este riesgo podría ocurrir, incluyendo evidencia empírica más robusta que los mencionados indicios experimentales, podría resultar peligroso: dada la alta velocidad a la que podría materializarse este escenario, esperar a una caracterización óptima del riesgo podría significar desperdiciar el periodo de tiempo en el que prevenirlo aún es posible. En este sentido, el International AI Safety Report sugiere acertadamente que los riesgos de la IA plantean un “dilema de la evidencia” que los decisores políticos deben navegar cuidadosamente para tomar acción a pesar de la incertidumbre (Bengio et al., 2025)
Finalmente, la tabla de oportunidades de mitigación parece simplificar el espectro de opciones disponibles para la gobernanza de la IA y presenta tres problemas inherentes. En primer lugar, las medidas relacionadas con el desarrollo son excesivamente genéricas y dan poca claridad sobre cómo se podrían implementar. En segundo lugar, las medidas relacionadas con el despliegue parecen depender demasiado de la capacidad de supervisión humana, la cual puede variar a medida que los sistemas de IA se vuelvan más capaces. Finalmente, descartar la posibilidad de fortalecer la respuesta y recuperación ante riesgos causados por la IA parece inadecuado dada la emergente literatura en adaptación social a los riesgos de la IA, que incluye esfuerzos para remediar daños (Bernardi et al., 2024).
Conclusiones
El Global Risk Assessment 2024 constituye un hito en la gestión de riesgos catastróficos globales al enmarcarse dentro de la implementación de la Global Catastrophic Risk Management Act, la primera ley que obliga a una nación a realizar un análisis detallado de estos riesgos y a tomar medidas para su prevención, preparación y resiliencia. Este informe proporciona un marco valioso para comprender los riesgos catastróficos globales y desarrollar estrategias de mitigación. No obstante, persisten desafíos que podrían abordarse en futuras ediciones para mejorar su aplicabilidad y efectividad.
En primer lugar, el informe se basa únicamente en una revisión sistemática de literatura no clasificada. Si bien este es un gran punto de partida para una evaluación efectiva de riesgos, creemos que la falta de consultas con expertos externos limita su profundidad y precisión. En segundo lugar, la evaluación de impactos es flexible y se adapta a las características de cada riesgo, lo que permite describir los impactos de manera diferenciada. Sin embargo, la falta de criterios explícitos para seleccionar las métricas de cada categoría limita la transparencia y comparabilidad del análisis. En tercer lugar, las recomendaciones de mitigación propuestas son generales y, en algunos casos, carecen de respaldo consensuado o se encuentran desactualizadas según los avances de cada campo de investigación, como se evidenció en el análisis por riesgo.
Creemos que abordar estos desafíos no solo mejoraría la precisión y utilidad del informe, sino que también fortalecería su impacto en la formulación de estrategias concretas. La integración de metodologías más rigurosas, junto con una mayor claridad en la selección de criterios de medición y medidas de mitigación, permitirá que futuras evaluaciones ofrezcan una base más sólida para la toma de decisiones.
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Claro, aquí tienes la cita en formato APA para el informe que has proporcionado:
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Rivers, M., Hinge, M., Rassool, K., Blouin, S., Jehn, F. U., Martínez, J. B. G., Grilo, V. A., Jaeck, V., Tieman, R. J., Mulhall, J., Butt, T. E., & Denkenberger, D. C. (2024). Food system adaptation and maintaining trade could mitigate global famine in abrupt sunlight reduction scenarios. Global Food Security, 43, 100807. https://doi.org/10.1016/j.gfs.2024.100807
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Willis, H. H., Narayanan, A., Boudreaux, B., Espinosa, B., Geist, E., Gerstein, D. M., Goldfeld, D. A., Kalra, N., LaTourrette, T., Lathrop, E., Moon, A., Osburg, J., Preston, B. L., Van Abel, K., Yonekura, E., Lempert, R. J., Bhatt, S. D., Garber, C., & Lawson, E. (2024). Global Catastrophic Risk Assessment. RAND Corporation. https://www.rand.org/pubs/research_reports/RRA2981-1.html
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Para clarificar sobre el uso de esta terminología, ver nuestra nota Definiciones: riesgos y catástrofes globales y existenciales
*La IA podría proporcionar información habilitadora a actores malintencionados.
*Los sistemas de IA son propensos a fallos de especificación.
*Los sistemas de IA son propensos a fallos de robustez.
*La IA podría abrir la puerta a ataques adversarios.
*Los errores de la IA pueden ser difíciles de detectar y corregir.
Los dos artículos mencionados fueron publicados después del informe Global Catastrophic Risk Assessment.