Sobre la importancia global de América Latina en la gobernanza de la IA

Por: Monica Ulloa y Guillem Bas

Este artículo explora cinco razones por las que América Latina podría adquirir importancia global en la gobernanza de la IA; esto significa que las medidas adoptadas por los países latinoamericanos podrían contribuir a los esfuerzos globales por gestionar los riesgos y obtener beneficios de la IA. En resumen, sostenemos que América Latina podría (1) atraer proveedores de cómputo, (2) aprovechar su sólida tradición diplomática, (3) experimentar la aparición de riesgos a escala social, (4) ofrecer un sólido grupo de talento técnico y (5) promulgar una regulación de gran impacto. Cada elemento abre varias posibles implicaciones e intervenciones para aumentar la contribución de América Latina a una IA segura y beneficiosa.


El alcance de este artículo está relacionado con cuestiones más amplias sobre el papel del Sur Global y de los países que actualmente no son líderes en la gobernanza de la IA. Con respecto al primero, Abungu et al. sugieren que algunos países del Sur Global podrían ser importantes en la gobernanza de los riesgos catastróficos derivados de la IA por varias razones, como su potencial para albergar infraestructura computacional o su impacto en la gobernanza multilateral. En términos más generales, si las capacidades de la IA se difunden más rápido que la capacidad de la sociedad para adaptarse a los riesgos asociados, podría ser necesario que los esfuerzos de gobernanza se difundan globalmente (incluso en las naciones no líderes) para prevenir la aparición de riesgos en cualquier lugar. Si bien este artículo se basa en algunas de esas observaciones, se centra en las particularidades de América Latina y, por lo tanto, no necesariamente se extrapola a otros contextos.

  1. Los proveedores de cómputo podrían sentirse atraídos por América Latina, principalmente debido a la gran disponibilidad de energía. En particular, algunos países están bien posicionados para albergar centros de datos de IA y fábricas de semiconductores.

Los avances recientes en el desarrollo de la IA se han visto impulsados principalmente por el aumento de la capacidad de entrenamiento, que se duplica cada 5 o 6 meses. Como resultado, la demanda de electricidad se está disparando: Epoch AI estima que, para 2030, las ejecuciones de entrenamiento más grandes requerirán alrededor de 6 GW, o 200 veces más energía que la utilizada para entrenar Llama 3.1 405B (uno de los modelos con mayor intensidad computacional hasta el momento). Estos requisitos de energía proyectados demandarán una capacidad significativamente mayor que la disponible en los centros de datos existentes.

En paralelo, América Latina alberga cuatro de las diez mayores centrales eléctricas del mundo: la represa de Itaipú (14 GW), de propiedad conjunta de Brasil y Paraguay; la represa de Belo Monte (11,2 GW), de propiedad brasileña; la represa de Guri (10,2 GW), de propiedad venezolana; y la represa de Tucuruí (8,4 GW), de propiedad brasileña. Gracias a esta capacidad, Brasil es el sexto mayor productor de electricidad y el tercer mayor productor de energía limpia a nivel mundial, con un 89% de su energía proveniente de fuentes renovables. Aunque son productores más pequeños en términos absolutos, otros países latinoamericanos cuentan con una gran disponibilidad energética: por ejemplo, Paraguay solo consume el 16% de su electricidad y exporta el resto.

La producción de energía es, de hecho, una ventaja comparativa clave para el desarrollo de la IA. Por esa razón, Brasil está bien posicionado para convertirse en el próximo centro de datos global. Cabe destacar que Scala Data Centers, propiedad de DigitalBridge, ha presentado una inversión de 50 mil millones de dólares para desarrollar Scala AI City, un campus de centro de datos con una capacidad de 4,7 GW en el estado brasileño de Rio Grande do Sul, planificado principalmente para atender cargas de trabajo de IA. Al presentar el proyecto, el director ejecutivo de la empresa argumentó que el uso de la disponibilidad energética de Brasil ayudaría a remediar las limitaciones de la disponibilidad energética en los Estados Unidos. Como referencia, el tamaño proyectado del campus es equivalente a algunos de los planes más ambiciosos en los EE. UU., como el centro de datos de IA 'Stargate' de 5 GW que Microsoft y OpenAI están considerando. Entre otras iniciativas relevantes para Brasil, Microsoft invertirá 2.700 millones de dólares en infraestructura de nube e IA, mientras que NVIDIA estaría planeando un "importante plan de supercomputación". Dado el potencial del entrenamiento distribuido geográficamente para superar los cuellos de botella de energía, incluso si los clústeres de cómputo de IA individuales en Brasil se consideran insuficientes para impulsar una ejecución de entrenamiento de frontera en los próximos años, también podrían ser relevantes al convertirse en parte de una red más grande en las Américas.

En la industria de semiconductores, Taiwán y Estados Unidos también están considerando a varios países latinoamericanos como socios potenciales. En particular, la taiwanesa Foxconn anunció recientemente que está construyendo la planta de fabricación más grande del mundo para construir los chips GB200 de NVIDIA en Guadalajara, México. Los GB200, parte de la familia Blackwell, son GPU de vanguardia con un rendimiento 4x en entrenamiento LLM y 30x en inferencia LLM en comparación con los emblemáticos H100. Dado su rendimiento, la demanda de chips Blackwell ha sido "una locura", y NVIDIA ha tenido dificultades para entregarlos con prontitud debido a las limitaciones durante el proceso de producción. Los GB200 impulsarán los clústeres de cómputo de IA más grandes que están planificando empresas privadas, como Project Ceiba u Oracle Cloud Infrastructure.

Puede haber otras iniciativas importantes en el camino. Por ejemplo, mientras la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) intenta diversificarse más allá de Taiwán, Paraguay podría estar bien posicionado como su próximo colaborador. Este país sudamericano es la segunda economía más grande, después de Guatemala, de los únicos 12 estados que reconocen a Taiwán como país soberano. Más aún, varios eventos muestran la fortaleza de los lazos diplomáticos entre los dos países: el presidente Peña visitando Taiwán para asistir a la ceremonia de toma de posesión del presidente Lai; el primer Foro Tecnológico Taiwán-Paraguay, copatrocinado por la Universidad Politécnica Taiwán-Paraguay; el ministro de TIC Villate visitando Taiwán para explorar posibles colaboraciones para desarrollar la industria de semiconductores; y Peña diciendo que convertirse en un centro tecnológico regional es "la visión geopolítica que vincula [Paraguay] con Taiwán" y recibir a empresarios taiwaneses interesados en invertir en semiconductores. Si bien no hay evidencia clara de que TSMC planee iniciar operaciones en Paraguay, tal medida no debe descartarse.

Además, Estados Unidos se ha asociado con México, Costa Rica y Panamá para hacer crecer y diversificar el ecosistema global de semiconductores en el marco del Fondo Internacional de Seguridad e Innovación Tecnológica (ITSI), creado por la Ley CHIPS. Además, la Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica tiene como objetivo fortalecer la capacidad de ensamblaje, prueba y empaquetado en todo el hemisferio occidental.

Existen varias razones por las que la presencia de cómputo en América Latina podría tener un impacto significativo. En primer lugar, podría traer prosperidad a la región al ubicarla como la base de la industria de la IA. Según el Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial 2024, la falta de cómputo de alto rendimiento es uno de los principales factores que obstaculizan el ecosistema regional de IA. Revertir esta situación podría ser particularmente importante para la riqueza de la región si los países que albergan cómputo logran canalizar el crecimiento económico inducido por la IA hacia el resto de la economía, como ha sucedido con otras infraestructuras tecnológicas en varias regiones.

En segundo lugar, la presencia de grandes centros de datos y fábricas de semiconductores podría convertir a América Latina en una palanca importante para la gobernanza del cómputo. En lo que respecta a los centros de datos, podría ser necesario exigir a los proveedores de computación de la región que proporcionen infraestructura segura y sirvan como intermediarios para la regulación de la IA; por ejemplo, mediante la implementación de requisitos de Conozca a su cliente (KYC). En lo que respecta a los semiconductores, América Latina podría desempeñar un papel importante en los acuerdos internacionales, por ejemplo, contribuyendo a la implementación de mecanismos habilitados para hardware o al diseño de controles multilaterales a las exportaciones.

Por último, la contribución de América Latina a la fabricación de semiconductores podría ayudar a aliviar las tensiones geopolíticas en torno a Taiwán. Dada la dependencia mundial de los chips de TSMC, algunos analistas han sostenido que Taiwán está protegido por un "escudo de silicio" que disuade los ataques chinos. Sin embargo, las investigaciones muestran que Estados Unidos es particularmente vulnerable a una interrupción de la cadena de suministro de chips, lo que podría dar a China una ventaja asimétrica en caso de una invasión. Si bien los efectos geopolíticos de la diversificación parecen inciertos, la construcción de fábricas de semiconductores fuera de Taiwán no solo podría aumentar la resiliencia económica mundial, sino también evitar un escenario en el que la invasión de Taiwán se considere una maniobra estratégica de China para frustrar los esfuerzos de desarrollo de IA de sus rivales.

2. Una sólida tradición diplomática podría dar a algunos países latinoamericanos una posición privilegiada en las conversaciones multilaterales. En particular, la región podría servir de puente entre Estados Unidos y China, articular una coalición del Sur Global y facilitar los debates globales.


Los países latinoamericanos tienen una larga historia de contribuciones significativas a las iniciativas multilaterales que abordan los riesgos globales. A través del Tratado de Tlatelolco, América Latina se convirtió en la primera área poblada en constituir una zona libre de armas nucleares. Además, la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC) es la única agencia binacional de salvaguardias que garantiza que los países participantes utilicen materiales nucleares con fines pacíficos. Finalmente, la delegación de Costa Rica lideró eficazmente las negociaciones del Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares, adoptado en 2017. En la Convención sobre Armas Biológicas, los países latinoamericanos a menudo han articulado coaliciones para fortalecer el tratado. En cuanto a la preparación para pandemias, Costa Rica patrocinó C-TAP, una plataforma administrada por la Organización Mundial de la Salud para que los desarrolladores de productos de salud COVID-19 se asocien con fabricantes de calidad garantizada. En cambio climático, la Cumbre de la Tierra de 1992 en Río de Janeiro dio como resultado documentos fundacionales como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), sentando las bases para una mayor cooperación climática. Más recientemente, los países latinoamericanos también han dado el ejemplo:Costa Rica copreside la High Ambition Coalition y muestra el camino hacia la neutralidad de carbono con un prometedor Plan Nacional de Descarbonización.

En cuanto a los riesgos globales de la IA, los países latinoamericanos han estado particularmente preocupados por la militarización. En 2023, todos los países de la región firmaron el Comunicado de Belén, una declaración sin precedentes que pide la negociación urgente de un instrumento internacional jurídicamente vinculante que regule la autonomía de los sistemas de armas. Si bien los riesgos extremos de la IA han estado menos presentes en las conversaciones, podría haber espacio para que los países latinoamericanos también se expresen más al respecto. En particular, en el OSET AI Risk Pulse Check incluido en el informe final del Órgano Asesor de IA de la ONU, los expertos de América Latina y el Caribe fueron el grupo regional que expresó la mayor preocupación por el uso malicioso de la IA por parte de actores no estatales y las acciones autónomas no deseadas de los sistemas de IA.

América Latina podría adquirir importancia para la gobernanza multilateral de la IA de al menos tres maneras. En primer lugar, al adoptar una política activa de no alineamiento, América Latina podría aumentar su peso diplomático e influir en la toma de decisiones globales sobre asuntos urgentes. En particular, dado que los intereses estadounidenses y chinos se entrecruzan cada vez más en la región, los países latinoamericanos podrían actuar como mediadores entre Washington y Pekín para fortalecer su posición global y servir de puente entre los dos países. Por ejemplo, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, América Latina ha sido vista en su mayoría como un actor más bien neutral, que se alinea con Estados Unidos en resoluciones sobre valores (derechos humanos, soberanía, integridad territorial) y con China en resoluciones sobre asuntos económicos (comercio y desarrollo, sanciones económicas). A modo de ejemplo, Brasil es parte del BRICS, que ha establecido un Grupo de Estudio de IA para desarrollar marcos y estándares de gobernanza de IA, pero también está bien integrado al mundo occidental.

Además, América Latina tiene el potencial de articular y liderar una coalición del Sur Global en los debates sobre la gobernanza de la IA. Por ejemplo, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, habría pedido al presidente brasileño Lula da Silva que liderara el proceso de movilización de los países del Sur Global para los debates sobre la IA. En 2024, Brasil ocupó la presidencia del G20, donde Lula impulsó un marco de gobernanza de la IA que tenga en cuenta los intereses del Sur Global. En la cumbre del G7 de 2024, el presidente ya abogó por una gobernanza intergubernamental inclusiva de la IA para evitar la concentración de poder y garantizar una “IA segura, transparente y liberadora”.

Por último, algunos países podrían desempeñar un papel importante en la gobernanza internacional de la IA actuando como facilitadores. Por ejemplo, Costa Rica co-facilitará, junto con España, el diseño del Panel Científico Internacional Independiente sobre IA y el Global Dialogue on AI, establecidos en el Global Digital Compact. La Misión Permanente de Costa Rica ya había mostrado predisposición a liderar conversaciones globales sobre IA, por ejemplo, al asociarse con el Simon Institute for Longterm Governance para co-organizar sesiones informativas sobre gobernanza de IA, gobernanza computacional e investigación y desarrollo de IA de vanguardia para otras delegaciones nacionales.

La participación de los países latinoamericanos en las negociaciones multilaterales, como parte de un esfuerzo más amplio para democratizar la gobernanza de la IA, podría ayudar a abordar desafíos globales como el intercambio de beneficios globales de la IA o el abordaje de los riesgos derivados de la misma.

En primer lugar, una mayor participación en los debates multilaterales podría ayudar a definir mejor las opciones de distribución de beneficios, como proporcionar acceso estructurado a modelos de IA o compartir descubrimientos científicos basados en IA. La distribución de beneficios no sólo podría ser éticamente correcta, sino también estratégicamente importante para incentivar la adhesión a regímenes internacionales o para que los países líderes persigan otros objetivos estratégicos. En cualquier caso, asegurar que los potenciales receptores estén al mando es crucial para garantizar que los mecanismos de distribución de beneficios sean atractivos y consideren los intereses de los beneficiarios.

En segundo lugar, América Latina —y otros países que participan activamente en el desarrollo de la IA— podrían ejercer presión sobre los países líderes para que implementen protocolos de seguridad más estrictos. Si bien los países del Sur Global aún no han sido particularmente explícitos sobre los riesgos de la IA, esto podría cambiar si existe una percepción creciente de que los beneficios y los riesgos están distribuidos de manera desigual, como se ha visto con otros riesgos globales. Esta dinámica ha ocurrido en el pasado. Por ejemplo, la investigación sobre el invierno nuclear llevó a las naciones no combatientes del hemisferio sur a darse cuenta de los efectos globales de la guerra nuclear y a expresarse más abiertamente, como es evidente en la Declaración de Delhi o en los discursos del primer ministro indio Rajiv Gandhi.

3. Algunos riesgos de la IA a escala social, como el cibercrimen asistido por IA o la desigualdad económica, podrían materializarse antes o con mayor intensidad en América Latina, convirtiendo a la región en un lugar donde buscar alertas tempranas y desarrollar resiliencia.

A medida que disminuyen los costos de desarrollo de una IA avanzada, depender únicamente de intervenciones que modifiquen la capacidad de los sistemas se vuelve menos viable para una gestión eficaz de los riesgos después de su despliegue. La adaptación social es clave para aprovechar los beneficios de estas capacidades de doble uso y, al mismo tiempo, mitigar los riesgos inaceptables. En América Latina, que cuenta 33 países y más de 650 millones de personas, esta adaptación es especialmente crítica.

Por ejemplo, para mejorar la gestión de riesgos, los gobiernos deben desarrollar mecanismos sólidos de vigilancia del mercado y cooperar con proveedores de inteligencia artificial de vanguardia para crear sistemas eficaces de notificación de incidentes. Estas políticas podrían convertirse en elementos básicos para crear una red de canales de comunicación que permita aprender de incidentes pasados y fomente la coordinación internacional frente a emergencias transfronterizas.

Además, las autoridades nacionales deben aumentar la resiliencia social mediante la creación de capacidad para evitar, defenderse y remediar los posibles daños que pueda causar la IA. Si se adopta una defensa en profundidad, una respuesta rápida y eficaz podría evitar que una catástrofe de IA se vuelva global. Esto es cierto, al menos, para los riesgos en cascada (en los que la escala es de varios pasos y moderada) e incluso para los riesgos de apalancamiento (en los que la escala masiva se produce en unos pocos pasos). A continuación, describimos casos específicos en los que dicha adaptación podría tener impacto.


Ciberseguridad

En la actualidad, América Latina tiene brechas significativas en la gestión de riesgos que pueden verse exacerbadas por las capacidades de la IA. Por ejemplo, la región es particularmente vulnerable a los ciberataques. Según datos del Global Threat Intelligence Report, cuatro países latinoamericanos —Brasil, México, Chile y Perú— se encuentran entre los diez principales objetivos de los ciberataques.

Un reciente informe del Threat Intelligence Index de IBM para 2024 ha informado que América Latina ha ganado importancia recientemente en el panorama de las ciberamenazas. Al examinar las rutas de ataque, el informe revela que en 2023, el vector de acceso inicial preferido en América Latina fue la explotación de aplicaciones públicas, constituyendo el 45% de los casos observados. Según Kaspersky, entre 2022 y 2023, los intentos de phishing en la región aumentaron un 617%, atribuido en gran medida a la IA.

Además, contrario a la tendencia mundial de disminución de los ataques de ransomware a las empresas, América Latina experimentó un aumento, ya que representó el 31% de los ciberataques. En 2022, el gobierno de Costa Rica sufrió un importante ataque de ransomware perpetrado por el grupo ruso Conti, lo que llevó al gobierno a declarar el estado de emergencia.

Además, la creciente dependencia de los sistemas digitales ha hecho que las infraestructuras críticas sean más vulnerables que nunca a los ciberataques. En América Latina, la situación es particularmente grave: solo 7 de 32 países latinoamericanos tienen planes para proteger sus infraestructuras críticas. Las consecuencias pueden ser devastadoras y de alcance global: un solo ataque bien dirigido, como al Canal de Panamá, podría interrumpir gravemente la cadena de suministro global y desencadenar un efecto en cascada.

América Latina podría mejorar su gestión de los riesgos cibernéticos mediante medidas adaptativas. Por ejemplo, en materia de prevención, acuerdos regionales sólidos sobre ciberterrorismo y capacidades nacionales más sólidas podrían ayudar a detectar y neutralizar amenazas a la infraestructura crítica. En materia de defensa, redes mejoradas de intercambio de información podrían abordar vulnerabilidades y mitigar ciberataques dispersos. Por último, para garantizar la reparación, los esquemas de compensación y la planificación de la recuperación, como simulacros para restablecer las redes eléctricas, podrían asegurar la continuidad del servicio y la rápida normalización del sistema.


Automatización de la toma de decisiones críticas

La adopción generalizada de la toma de decisiones por IA podría darse sin la intención de causar daño. Cuando los sistemas de IA toman decisiones de alto riesgo de forma autónoma, sin la participación ni la supervisión humana, pueden aportar ciertos beneficios, pero también plantean riesgos . La IA a veces puede tomar decisiones peores que las de los humanos, a pesar de parecer más eficaz en promedio, y puede tener sesgos. En contextos militares, las decisiones de la IA podrían intensificar los conflictos internacionales o aumentar las bajas civiles, especialmente si los humanos confían demasiado en las decisiones automatizadas.

Si se considera que los sistemas de IA son más eficientes que los actuales encargados de la toma de decisiones, los análisis de costo-beneficio podrían impulsar a las instituciones a recurrir más a la IA, especialmente dadas las limitaciones presupuestarias de la región y la necesidad de eficiencia. América Latina, en particular, ha tendido a centrarse en las oportunidades de incorporar la IA en los entornos gubernamentales y aprovechar sus beneficios en lugar de hacer hincapié en la regulación o abordar los riesgos potenciales.

En este contexto, América Latina podría mejorar su gestión de este riesgo. Por ejemplo, en materia de prevención, las regulaciones en la región podrían limitar la toma de decisiones automatizadas por IA en sectores de alto riesgo como la atención médica hasta que la tecnología demuestre ser confiable, de manera similar a los estándares farmacéuticos existentes. En materia de defensa, las leyes podrían exigir la supervisión humana de las decisiones de IA en áreas como operaciones militares o infraestructura crítica para evitar una dependencia excesiva.



Desigualdad económica


En los próximos años se espera que los avances en inteligencia artificial generen enormes beneficios económicos, pero existe un riesgo significativo de que estos beneficios se concentren en un pequeño número de grandes empresas tecnológicas ubicadas principalmente en el hemisferio norte. Esta situación es particularmente preocupante para algunos países de América Latina, que enfrentan desafíos en competitividad global, lo que refleja disparidades en capacidad de innovación e inclusión económica.

Para enfrentar este desafío, es posible desarrollar estrategias que aseguren una distribución más equitativa de los beneficios de la IA. La idea no es nueva: existen numerosos precedentes internacionales de distribución equitativa de recursos tecnológicos, como acuerdos sobre energía nuclear, intercambio de recursos genéticos y tecnologías para el cambio climático. Los gobiernos latinoamericanos pueden implementar esquemas como subsidiar el acceso a la computación o realizar actividades de desarrollo de capacidades para desarrollar y retener talento.

4El talento técnico de América Latina podría ser una herramienta importante. Desarrollar un grupo sólido de profesionales permitiría a la región contribuir de manera significativa a la seguridad de la IA y a la investigación de alto impacto.


América Latina cuenta con una gran cantidad de talento tecnológico. Por ejemplo, Brasil (500.000), México (100.000) y Colombia (80.000) se encuentran entre los diez países con mayor número de ingenieros de software. En consecuencia, América Latina se ha convertido en una opción cada vez más popular para la subcontratación de TI.

Programas de formación de corta duración como Carreras con Impacto, ML4Good, Condor Camp, AI Futures Fellowship y grupos universitarios como las iniciativas de AI Safety UC Chile y Colombia, o impactRIO han sido pasos importantes en esa dirección. Además, han surgido eventos como la Olimpíada Nacional de Inteligencia Artificial en Brasil para identificar y apoyar a los talentos emergentes.

Algunos países latinoamericanos también están emergiendo como potencias de investigación en diversos campos, incluida la biotecnología en Argentina y la astronomía en Chile. La inteligencia artificial podría amplificar el impacto de esta investigación; ésta ya se está utilizando para predecir terremotos en Chile, mejorar los sistemas de monitoreo de crisis sociales y mejorar las aplicaciones en biología sintética, como las desarrolladas en México para abordar desafíos ambientales como la contaminación por hidrocarburos.

Sin embargo, existen obstáculos importantes que impiden que la región desarrolle todo su potencial. El acceso limitado a subvenciones, los presupuestos inadecuados y la infraestructura deficiente se ven agravados por la inestabilidad política y económica. Estos desafíos estructurales son particularmente evidentes en la educación superior: solo nueve países ofrecen programas de maestría en IA de alta calidad, y solo Chile, Brasil y México tienen programas de doctorado en IA reconocidos internacionalmente. Además, ninguno de los 19 países de la región posee soberanía en computación de alto rendimiento, lo que limita directamente su capacidad para desarrollar competencias avanzadas en IA.

El Plan de Inteligencia Artificial 2024-2028 del gobierno brasileño ofrece un modelo prometedor para salvar estas brechas. Con una inversión de 212 millones de dólares centrada en la formación, la difusión y la cualificación de la fuerza laboral, el plan representa un enfoque integral para aprovechar el talento técnico nacional y fortalecer la posición de Brasil en la economía mundial de la IA.

De cara al futuro, la creación de un Instituto de Seguridad de la IA en un gran país latinoamericano (posiblemente Brasil) podría ser una estrategia transformadora. Un instituto de este tipo podría centralizar la experiencia regional, atraer talento internacional y abrir puertas a la cooperación científica con la red de Institutos de Seguridad de la IA.

5. Una regulación sólida en América Latina podría contribuir al desarrollo y despliegue seguro de IA de frontera, prevenir un vacío regulatorio regional y ayudar a la región a gestionar los riesgos relacionados con la IA.

La regulación puede ser uno de los mecanismos más importantes para gestionar los riesgos de la IA de frontera. En Occidente, los esfuerzos regulatorios han estado encabezados por regulaciones como la Ley de IA de la UE o la Orden Ejecutiva 14110 de los EE. UU. Otros esfuerzos relevantes incluyen los planes del nuevo gobierno del Reino Unido para regular “los modelos más poderosos” o la SB-1047, un proyecto de ley en California que fue discutido a fondo y finalmente vetado. Si bien los avances regulatorios en América Latina han recibido mucha menos atención, podrían ser de amplia relevancia.

Si los países latinoamericanos albergan infraestructura informática o son más vulnerables a los riesgos a escala social, la promulgación de una regulación eficaz podría ser fundamental para reducir el riesgo global de la IA. De manera más indirecta, la región podría ganar impulso siguiendo los pasos de la Unión Europea e inspirándose en la Ley de IA. En 2023, la UE y numerosos países latinoamericanos firmaron la Declaración sobre el fortalecimiento y la convergencia de los marcos normativos y de políticas digitales en materia de IA, lo que sugiere que América Latina podría encarnar los primeros signos claros de un Efecto Bruselas y fortalecer algunas de las disposiciones de la regulación europea.

Por último, contar con una regulación adecuada en América Latina podría ser importante para evitar vacíos regulatorios regionales, es decir, una situación en la que ciertos países mantienen regulaciones laxas para atraer empresas, potencialmente a expensas de salvaguardas adecuadas. Países como Argentina o El Salvador ya están tratando de atraer a los desarrolladores de IA presentándose como centros atractivos con baja regulación y promulgando incentivos fiscales. A medida que la regulación de la IA se extiende e intensifica, los paraísos regulatorios podrían convertirse en un problema más importante.

El camino a seguir

A medida que evoluciona el panorama global de la IA, América Latina emerge como un actor con el potencial de dar forma al futuro de la gobernanza de la IA. Este artículo ha destacado cinco dimensiones clave —computación, diplomacia, riesgo, talento y regulación— a través de las cuales la región podría convertirse en un actor importante. Al combinar estas dimensiones, América Latina podría tener un papel importante en la diversificación del desarrollo de la IA, la articulación de la cooperación internacional, la creación de resiliencia global, la contribución a una investigación confiable sobre IA y el fortalecimiento de la arquitectura regulatoria global.

El camino a seguir requiere una inversión sostenida en talento, infraestructura, investigación y gobernanza colaborativa. Como demuestra el artículo, América Latina no es sólo un espectador de la revolución de la IA, sino un potencial arquitecto clave de un futuro tecnológico más equilibrado y equitativo.

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