Desarrollo sostenible y mitigación de riesgos
Este articulo fue escrito por Ángela María Aristizábal, quien hace parte del Research Scholars Programme en el Future of Humanity Institute de la Universidad de Oxford. Ángela está trabajando para promover la idea de un presupuesto de riesgo global y el reconocimiento de la mitigación de Riesgos Globales Existenciales cómo un Objetivo de Desarrollo Sostenible
En resumen
Mitigar riesgos catastróficos globales es fundamental para alcanzar un desarrollo sostenible.
El desarrollo sostenible actual se centra en mitigar los riesgos asociados al cambio climático, pero hay otros riesgos que amenazan la sostenibilidad (así como lo muestra la pandemia del COVID-19).
La sostenibilidad requerirá de mitigar el nivel de riesgo actual y fijar un presupuesto de riesgo sostenible que estemos dispuestos a asumir para el futuro a largo plazo
Objetivos de Desarrollo Sostenible
Nuestro concepto moderno de desarrollo sostenible surgió de la comisión Brundtland en 1987 como respuesta al conflicto entre crecimiento económico global y la aceleración de la degradación ecológica. En el siglo 20 los movimientos ambientalistas ya estaban comenzando a resaltar los costos ambientales asociados a la revolución industrial. El reto al que se enfrentaban los gobernantes globales era –y sigue siendo– armonizar prosperidad económica con ecología. El desarrollo sostenible es el principio para alcanzar el desarrollo humano al sostener simultáneamente la habilidad de los sistemas naturales de proveer recursos de los cuales la economía y la sociedad dependen.
El desarrollo sostenible ha evolucionado hacia un concepto más amplio (hoy se enfoca tanto en desarrollo económico como en desarrollo social y en protección ambiental para futuras generaciones). Esta idea de un desarrollo equilibrado se popularizó en 2015, cuando la Asamblea de las Naciones Unidas estableció los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en una agenda que contiene 17 metas que deben cumplirse para 2030. Los ODS fueron adoptados por todos los estados miembro y son una “llamada a la acción” para erradicar la pobreza y mejorar indicadores de calidad de vida a la vez que se enfrenta el cambio climático y el daño ambiental.
La lección del COVID-19
La pandemia del COVID-19 nos arrojó una alerta sobre dos puntos ciegos que tienen nuestras políticas públicas: 1. Que no podemos apuntar al desarrollo sostenible sin mitigar riesgos globales y 2. Que estamos viviendo en tiempos de riesgo insostenible.
El COVID-19 pausó (y por lo menos temporalmente revirtió) décadas de progreso global: empujará a 71 millones de personas adicionales a la pobreza extrema (el primer incremento en pobreza global en décadas), se volverá una amenaza para los sistemas alimentarios, incrementando la inseguridad alimentaria, causó el cierre temporal de colegios, provocando que cerca de 1.6 mil millones de niños estuvieran fuera de los colegios para abril del 2021, interrumpió los programas de inmunización en alrededor de 70 países, y la lista continúa.
Es posible que un gobernante interesado en mejorar la educación hubiera contribuido más a indicadores de educación al invertir en prevención de pandemias que directamente invirtiendo en educación, pues los esfuerzos que habíamos acumulado gradualmente durante décadas se vieron amenazados por el virus. Si nos interesan los objetivos de desarrollo sostenible (educación, pobreza, infraestructura, salud) parece ser necesario evitar que estos eventos ocurran de nuevo.
Desafortunadamente, expertos que trabajan en estos temas sugieren que es probable que este tipo de eventos catastróficos –y otros mucho peores que el COVID-19– se repitan, pues estamos en un momento particularmente riesgoso para la humanidad debido a la globalización y el acceso a nuevas tecnologías. Esto nos deja en un escenario retador en términos de desarrollo sostenible, pues a pesar de que sabemos cómo progresar en los indicadores que nos importan y a pesar del inmenso progreso que hemos logrado en la mayoría de indicadores, apenas estamos empezando a identificar los riesgos que pueden sacudir esos avances.
¿Qué papel juega la mitigación de riesgos en el Desarrollo Sostenible?
La mitigación de riesgos no está totalmente ausente en la agenda de desarrollo sostenible. Cada uno de los 17 ODS tiene metas e indicadores para rastrear su progreso y hay algunos sobre mitigación de riesgos. En la página web de los ODS se pueden ver algunas de esas metas: por ejemplo, el objetivo 11. Ciudades y comunidades sostenibles incluye algunas metas como reducir el número de muertes causadas por desastres naturales o reducir el impacto ambiental de las ciudades. Sin embargo, es notable que los riesgos ambientales –aquellos relacionados directamente con la degradación ambiental– son los que dominan las estrategias de mitigación de riesgos de la Agenda 2030. Otro tipo de riesgos, como la mitigación de pandemias, no reciben tanta atención. El objetivo 3. Salud y Bienestar tiene 13 metas y 28 indicadores, pero solo uno de estos sub-indicadores abarca directamente la mitigación de riesgos, y es el indicador 3.d: “Reforzar la capacidad de todos los países, en particular los países en desarrollo, en materia de alerta temprana, reducción de riesgos y gestión de los riesgos para la salud nacional y mundial”.
La pandemia del COVID-19 sirve para entender por qué indicadores como el 3.d deberían tener más prioridad en la agenda de desarrollo sostenible. La falta de progreso en el indicador 3.d nos hizo vulnerables a un evento que interrumpió todos los otros objetivos de desarrollo sostenible al amenazar la educación, el desarrollo económico y otros indicadores de salud.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible no consideraron los riesgos biológicos lo suficiente así que tuvieron que actualizar su foco en respuesta a la pandemia. En la página web en la que se menciona por qué cada ODS importa, se mencionan las consecuencias del COVID 19 como una razón para enfocarse en cada objetivo: por ejemplo, el objetivo 1. Fin de la pobreza importa porque la pandemia empujará 71 millones de personas a la pobreza extrema. Pero, ¿no debería ser esa la razón por la cual prevenir pandemias importa en primer lugar? La agenda 2030 subestimó el indicador 3.d y probablemente sigue subestimando y fallando en crear muchos objetivos y metas orientados a mitigar riesgos.
¿Por qué el medio ambiente domina sobre la sostenibilidad?
La sostenibilidad se ha enfocado hasta ahora en proteger el medio ambiente, tal vez porque la idea de sostenibilidad fue motivada por la necesidad de proteger recursos y ecosistemas y porque las consecuencias de nuestras acciones empezaron a ser visibles a través de alertas como condiciones climáticas extremas, especies en vía de extinción y pérdidas económicas debido al daño ambiental. Sin embargo, el desarrollo sostenible no debería excluir otros riesgos, pues es “desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones”. Cualquier amenaza que comprometa a las futuras generaciones debería ser área de preocupación y la mitigación de riesgos tiene más sentido como un aspecto fundacional de la sostenibilidad.
Afortunadamente el ambientalismo nos ha dejado grandes lecciones sobre cómo mitigar riesgos. La manera en la que el cuidado del medio ambiente se ha establecido en nuestras políticas públicas resalta nuestra capacidad de descomponer problemas en pequeñas partes más manejables. Nos hemos vuelto más creativos identificando maneras de progresar en la mitigación del daño ambiental a través de diferentes estrategias, hasta un punto en el que las acciones de mitigación están tan incorporadas en nuestros hábitos que difícilmente las percibimos como estrategias de mitigación de riesgos (hoy, por ejemplo, consumimos productos sostenibles sin necesariamente darnos cuenta de que la motivación detrás de esas prácticas es prevenir una catástrofe global). También es motivante ver el rango de posibles intervenciones e indicadores en la mitigación del cambio climático, desde leyes y regulaciones hasta presupuestos para investigación y desarrollo. Podríamos ser igual de creativos encontrando estrategias para mitigar otras amenazas.
Abriendo la mirada hacia el futuro y hacia otros riesgos
¿Cuáles son los riesgos que estamos dejando a un lado, además de la mitigación de pandemias? Para identificarlos es necesario pensar en grande, pues nuestra psicología no está hecha para que nos preocupemos por estos eventos. Aún al pensar en sostenibilidad caemos en la trampa de pensar a corto plazo. ¿De cuántas generaciones futuras estamos hablando cuando apuntamos hacia la sostenibilidad? ¿Por cuánto tiempo queremos sostenernos? Al abrir la mirada y agrandar los marcos de tiempo comienzan a aparecer riesgos que hasta ahora eran invisibles: ¿Qué tanto nos deben preocupar las pandemias o los riesgos derivados de las nuevas tecnologías? Toby Ord en su libro The Precipice (2020), introduce la idea de un presupuesto de riesgo:
Proteger el potencial a largo plazo de la humanidad es una forma clave de sostenibilidad. El período actual de riesgo antropogénico es insostenible: podemos tener suerte por un tiempo, pero eventualmente las probabilidades nos alcanzarán [...] Por lo tanto, podríamos pensar en nuestro riesgo existencial acumulado sobre el futuro de la humanidad como una especie de presupuesto de riesgo, un presupuesto que tiene que durar toda nuestra vida, el recurso no renovable definitivo. La gestión responsable del potencial de la humanidad implicaría reducir este riesgo lo más rápido posible y establecer las salvaguardias para mantenerlo bajo a fin de permitir que la humanidad prospere durante el mayor tiempo posible.
Debemos comenzar por entender los riesgos que nos amenazan e intencionalmente definir cuál es el presupuesto de riesgo que estamos dispuestos a asumir como humanidad para ser verdaderamente sostenibles.