El papel de la diplomacia científica en la gestión de los Riesgos Catastróficos Globales

Por: Roberto Tinoco

Los Riesgos Catastróficos Globales (RCG) representan amenazas significativas para la humanidad y el planeta. Estos eventos tienen el potencial de causar daños generalizados y pérdidas de vidas a una escala sin precedentes. Dada su complejidad y elemento transfronterizo, los RCG exigen de información especializada robusta y una respuesta global coordinada, y es aquí donde la diplomacia científica puede desempeñar un papel fundamental.

La diplomacia científica puede ser clave en la gestión de los RCG a través de seis roles fundamentales: como facilitadora de colaboración y diálogo, al fomentar espacios de discusión y cooperación entre actores diversos; como mediadora geopolítica, ya que puede contribuir a aliviar tensiones entre Estados y promover la cooperación internacional; como enlace diplomático, al facilitar las conexiones entre funcionarios de los gobiernos; como promotora del desarrollo científico, pues impulsa el avance científico y tecnológico a nivel global; como arquitecta de organizaciones multilaterales con propósitos científicos; y por último, como puente entre el Norte y el Sur Global, al conectar en el ámbito científico a los países llamados ‘desarrollados’ con los países denominados ‘en desarrollo’.

Este artículo se divide en tres partes. La primera realiza una breve introducción del concepto de diplomacia científica y describe dos definiciones de este: una asociada a la Royal Society, que es la más común, y otra realizada por miembros del Centro de Ciencias Sociales de Berlín (Wissenschaftszentrum Berlin für Sozialforschung). La segunda parte realiza una explicación concisa de los RCG y sus principales características: magnitud, severidad, duración, incertidumbre e interconexión. Por último, la tercera parte explica el papel de la diplomacia científica en la gestión de los RCG y cómo este concepto es muy útil en los seis diferentes roles que describimos en el párrafo anterior. 


La Diplomacia Científica (DC)

La diplomacia científica es un concepto que ha sido utilizado constantemente durante los últimos 20 años por los gobiernos y por los organismos internacionales (Flink & Schreiterer, 2010). Se ha prometido que este puede contribuir a resolver los problemas de la humanidad y promover la paz mundial, al menos en lo relacionado con retos globales (Berkman, 2018; Fedoroff, 2009) como el uso de la energía nuclear, la exploración del espacio y los efectos del cambio climático. Parte del éxito de la diplomacia científica consiste en que integra dos mundos, las relaciones internacionales y la ciencia, y busca solucionar un aspecto que es común entre estos: la incertidumbre del futuro (Fang, 2023).

El auge de la diplomacia científica se dio en 2010, cuando la Royal Society publicó el artículo ‘New Frontiers in Science Diplomacy’ con base en una reunión de responsables políticos, consultores de políticas exteriores y expertos en Ciencia, Tecnología e Innovación (Royal Society & AAAS, 2010). Este informe tuvo un impacto significativo en el discurso público (Ruffini, 2020), y en él se establecieron tres dimensiones de la diplomacia científica, que son las más utilizadas hoy en día: 

  • Ciencia en Diplomacia: considera a la ciencia como esencial para apoyar la política exterior de los países y el logro de sus objetivos.

  • Diplomacia para la Ciencia: señala los casos en que la diplomacia es útil a la ciencia, como por ejemplo, en el visado diplomático de científicos.

  • Ciencia para la Diplomacia: establece que la ciencia puede ser utilizada para atraer e interesar a otros estados. 

Otra perspectiva sobre la diplomacia científica es considerarla como una herramienta (Flink & Schreiterer, 2010):

  • para obtener acceso a recursos adicionales en el extranjero como conocimiento, financiamiento y talento;

  • para llevar a cabo actividades de promoción como destacar y publicitar el rendimiento de las instituciones de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTeI) y de Educación Superior (ES) de un país; y

  • para influir en otros actores bajo la CTeI y las instituciones de educación superior.

No obstante, el éxito del concepto también refleja dos limitaciones esenciales. La diplomacia científica ha sido utilizada en la narrativa de los gobiernos y los organismos internacionales de manera muy general; se ha esperado que tenga una ‘aplicación para todo’, lo que deriva en que se vaya diluyendo su aplicación específica (Flink, 2022). Y, por otro lado, la diplomacia científica ha contado con un efecto publicitario bastante amplio que lo ha vuelto un concepto de moda. Este efecto hace que la diplomacia científica deje de lado, en algunos casos, temas básicos de las relaciones internacionales y la ciencia, convirtiéndose en un concepto vacío al momento de lidiar con cuestiones geopolíticas más concretas y complejas (Flink, 2022).


Los Riesgos Catastróficos Globales (RCG)

Los RCG son aquellos riesgos que pueden afectar el bienestar de los seres humanos a escala global (Bostrom & Cirkovic, 2011). Tienen como características la magnitud, la severidad, su duración, la incertidumbre y la interconexión. 

La magnitud hace referencia a que los RCG tienen el potencial de causar daños a escala global (una porción significativa de la población mundial o los ecosistemas) (Bostrom & Cirkovic, 2011). La severidad hace referencia a la intensidad de los efectos, en relación a que pueden provocar un sufrimiento inmenso, incluyendo muertes generalizadas, desplazamientos, trastornos económicos o degradación ambiental (Ord, 2020).  

La duración indica que los RCG pueden persistir durante largos períodos, abarcando potencialmente generaciones o incluso conduciendo a cambios irreversibles en la civilización humana (Pamlin & Armstrong, 2015). La incertidumbre hace alusión a la falta de claridad para anticipar su ocurrencia o medir los impactos específicos (Rees, 2003). Por último, la interconexión se refiere a que un riesgo puede desencadenar o exacerbar otros (UNDRR, 2023).

Algunos ejemplos de estos RCG son:

  • Los riesgos asociados a la inteligencia artificial como facilitar el diseño de armas biológicas y químicas, la manipulación de individuos o el uso de armas autónomas letales sin control humano, entre otros.

  • Los riesgos biológicos como las enfermedades infecciosas emergentes (EIE) o el desarrollo de patógenos genéticamente modificados en laboratorios; y

  • Los escenarios de reducción abrupta de la luz solar (ERALS), como inviernos nucleares y volcánicos, donde la atmósfera quedaría nublada por una gran cantidad de material particulado impidiendo el paso de la luz solar y provocando un colapso agrícola a gran escala.


El papel de la Diplomacia Científica en los RCG

Pese a las limitaciones que tiene la Diplomacia Científica, esta ha probado ser muy útil en seis aspectos: (i) fomentar espacios de colaboración y discusión; (ii) aliviar tensiones geopolíticas; (iii) facilitar las conexiones diplomáticas; (iv) promover el desarrollo científico; (v) crear organizaciones multilaterales con propósitos científicos; e (vi) intentar conectar el Norte Global con el Sur Global. Estos seis aspectos son de gran utilidad para los RCG. 

A continuación, se explican los seis aspectos y su relevancia para la gestión de los RCG.

(i) Fomentar espacios de colaboración y discusión

El fomento de escenarios de colaboración y discusión a través de la diplomacia científica se ha convertido en un componente de la agenda de numerosos gobiernos y organizaciones internacionales (Flink, 2022). Esta integración se debe a la necesidad de abordar problemas globales complejos que requieren soluciones científicas y tecnológicas colaborativas (Fedoroff, 2009; Flink & Rüffin, 2019; Ruffini, 2020).

La Comisión Europea ha sido una de las entidades que ha promovido activamente este concepto mediante actividades de investigación y desarrollo, como por ejemplo los programas Horizonte 2020, EL-CSID, S4D4C e InSsciDE (Flink, 2022). Uno de los esfuerzos más destacados en este ámbito es la reciente creación de la Alianza Europea de Diplomacia Científica, que tiene como objetivo consolidar y expandir las redes de colaboración científica entre los estados miembros de la Unión Europea y otras naciones (Flink, 2022). Esta iniciativa busca no solo fortalecer la ciencia y la tecnología en Europa, sino también utilizar estas capacidades para mejorar las relaciones internacionales y promover una mayor cooperación global.

En el contexto de los RCG, fomentar espacios de colaboración y discusión entre decisores y científicos es esencial para abordarlos. Por ejemplo, las colaboraciones científicas público-privadas desarrollan prácticas agrícolas resilientes para soportar ERALS (ORCG, 2023). Se pueden también generar discusiones de alto nivel, talleres y conferencias internacionales para el desarrollo ético de la IA, la identificación de los riesgos asociados a esta tecnología y cuáles son las mejores prácticas para mitigar estos riesgos. Ejemplos que se pueden citar son la ‘Cumbre de seguridad de IA 2023’ del Reino Unido, en la cual se publicó la Declaración de Bletchley, y la ‘Cumbre de IA, Seúl 2024’, que resultó en una Declaración Ministerial. En estas, se destaca la necesidad de profundizar la comprensión de los riesgos catastróficos de los modelos de IA avanzados y en las acciones para abordarlos. En cuanto a las enfermedades infecciosas emergentes, el establecimiento de redes para la investigación epidemiológica y la monitorización de patógenos facilitan discusiones cruciales sobre la prevención y respuesta a estas amenazas, promoviendo respuestas coordinadas. Casos a destacar son la Coalición para la Innovación en la Preparación ante Epidemias (CEPI) y el Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (OIRSA).


(ii) Aliviar tensiones geopolíticas

La diplomacia científica desempeña un papel en la mediación y alivio de tensiones geopolíticas. La diplomacia, en general, es una herramienta que facilita la negociación de intereses entre actores, promoviendo el diálogo y la cooperación (Jönsson & Hall, 2005). En este contexto, las colaboraciones internacionales en CTeI y ES se consideran fundamentales para fomentar relaciones internacionales saludables y, en última instancia, mitigar tensiones entre naciones (Flink, 2022). Incluso países con culturas políticas mutuamente antagónicas pueden abordar problemas internacionales a través de estudios científicos concentrados, demostrando así la función pacificadora de la diplomacia científica (Fang, 2023).

Un ejemplo de este enfoque es el Centro de Investigación del Monte Paektu (antes conocido como Grupo Geocientífico del Monte Paektu), que ha logrado fomentar relaciones basadas en la investigación entre las dos Coreas (Fang, 2023). En septiembre de 2011, un grupo de científicos y ecologistas, incluidos James Hammond y Clive Oppenheimer, visitaron el volcán Mt. Paektu en Corea del Norte para discutir los posibles impactos de una erupción futura. Durante esta visita, se formó el Grupo Geocientífico del Monte Paektu (MPGG, por sus siglas en inglés), con miembros fundadores de diversas organizaciones. En agosto de 2013, se firmó un Memorando de Entendimiento entre varias instituciones que permitió la implementación de sismómetros y la recolección de muestras geológicas. Se realizaron múltiples temporadas de campo entre 2013 y 2015 para mantener los sismómetros y llevar a cabo estudios adicionales. En febrero de 2015, científicos norcoreanos visitaron el Reino Unido para analizar datos sísmicos. En marzo de 2016, se publicó el primer artículo científico liderado por un sismólogo de la República Democrática Popular de Corea. Se organizaron talleres internacionales y se publicaron varios artículos científicos entre 2016 y 2020. En febrero de 2020, se estableció el Centro de Investigación del Monte Paektu (MPRC, por sus siglas en inglés) en el Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias de Birkbeck, Universidad de Londres (MPRC, 2020).

Igualmente, la diplomacia científica también puede desempeñar un papel importante en las tensiones geopolíticas en el contexto de los RCG. Por ejemplo, en el caso de los ERALS y Argentina, se puede negociar la distribución equitativa de recursos alimentarios durante la crisis, lo que no solo asegura la estabilidad interna, sino que también previene conflictos con los países vecinos (ORCG, 2023). En materia de IA, la ‘Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre el impacto social y humanitario de las armas autónomas’, que derivó en el Comunicado de Belén, reitera la Proclamación de América Latina y el Caribe como Zona de Paz y promueve la regulación y prohibición de los sistemas de armas autónomas letales (LAWS por sus siglas e inglés) en la región. En cuanto a bioseguridad, la diplomacia sanitaria facilita respuestas coordinadas a brotes de enfermedades emergentes, reduciendo así el riesgo de tensiones internacionales y fortaleciendo la cooperación en la preparación conjunta para las pandemias globales.


(iii) Facilitar las conexiones diplomáticas

La ciencia facilita las conexiones diplomáticas, actuando como un puente entre naciones adversarias mediante interacciones académicas regulares (Fang, 2023). El ejemplo del Monte Paektu permite señalar que el fortalecimiento de la cooperación científica en áreas de interés común podría fomentar la confianza y consolidar más logros diplomáticos. Otro ejemplo es el Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en inglés), que convocó a científicos israelíes y alemanes para colaborar en este proyecto después de la Segunda Guerra Mundial y sentó bases diplomáticas de confianza para futuras interacciones entre los dos países (Royal Society & AAAS, 2010).

Este tipo de colaboración científica puede transformar el panorama de las relaciones internacionales, sirviendo como incubadora para la cooperación global en un mundo que enfrenta nuevos problemas (Llewellyn Smith, 2022).

En el campo de los RCG, el estudio del invierno nuclear como un riesgo catastrófico global ha permitido prever los efectos devastadores de una guerra con bombas atómicas, ayudando a que las conexiones diplomáticas se fundamenten en la ciencia y no en los intereses políticos o nacionales. Esto sucedió durante la Guerra Fría, donde un grupo de científicos argumentaron los efectos devastadores de una guerra nuclear (Turco et al., 1983) y esto permitió darle forma a las narrativas geopolíticas de la época. En la actualidad, las tensiones sobre la competencia tecnológica de la IA, los semiconductores y la posición estratégica de Taiwán con la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company Limited, hacen eco de esa misma situación. La competencia geopolítica entre Estados Unidos y China no puede dejar de lado los riesgos catastróficos asociados a la IA y este debe ser el punto de partida para conectar diplomáticamente a los dos países en este ámbito. Por último, en lo relacionado con las pandemias y las enfermedades infecciosas emergentes, la diplomacia científica también sirve de puente para facilitar conexiones diplomáticas en países donde existen hotspots epidemiológicos compartidos —ver (Jones et al., 2008)— y antagonismos políticos, como es el caso de Colombia y Venezuela.


(iv) Promover el desarrollo científico

La diplomacia científica puede promover el desarrollo científico al facilitar la colaboración internacional y el intercambio de conocimientos entre investigadores y gobiernos. Un ejemplo de esto es la estrategia de consolidación de la política exterior de la Unión Europea (UE) tras el Tratado de Lisboa de 2009, que condujo a una mayor colaboración entre la Dirección General de Investigación e Innovación de la Comisión Europea y el Servicio Europeo de Acción Exterior (Missiroli, 2010)

Este último, creado el 1° de diciembre de 2010, reconoció junto con la DG de Investigación e Innovación el potencial estratégico de alinear las acciones de CTeI con la política exterior (Flink & Rüffin, 2019; Ruffini, 2020). Esta colaboración tenía como objetivo abordar proyectos científicos complejos y costosos con los estados miembros de la UE, y mostrar coherencia frente a otros estados y regiones.

En el contexto de los RCG y los ERALS, la investigación conjunta entre tomadores de decisión y científicos podría centrarse en la modelación climática y de cultivos resistentes a condiciones climáticas extremas y sistemas de producción de alimentos alternativos. Sobre los riesgos asociados a la IA, la diplomacia científica podría buscar la financiación de proyectos de investigación sobre las implicaciones éticas y de seguridad de esta tecnología, y el desarrollo de herramientas para evaluar y mitigar los riesgos. Y en cuanto a prevención de enfermedades infecciosas emergentes, la colaboración conjunta podría abordar el desarrollo de nuevas vacunas y tratamientos, y la mejora de los sistemas de vigilancia epidemiológica.


(v) Crear organizaciones multilaterales con propósitos científicos


Las organizaciones multilaterales con propósitos científicos son un actor importante en la producción de conocimiento (Zapp, 2018). Desde hace 20 años, los mismos años que tiene la diplomacia científica como concepto formal (Flink & Schreiterer, 2010), se han venido repensando los modos y los lugares donde se genera conocimiento. Sociólogos de la ciencia han propuesto conceptos como el de la "nueva producción de conocimiento" o "ciencia Modo 2" (Gibbons et al., 1994; Nowotny et al., 2001) para abordar estos nuevos escenarios de actividad científica en los que las organizaciones multilaterales con propósitos científicos (gubernamentales y no gubernamentales) tienen un papel predominante (Finnemore, 1993; Schofer & Meyer, 2005).  

La diplomacia científica podría facilitar la creación de redes y asociaciones entre científicos, instituciones y gobiernos de diferentes países, con miras a fundar organizaciones multilaterales con propósitos científicos. Ejemplo de esto son: el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), que evalúa el riesgo del cambio climático causado por las actividades humanas; la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que promueve la cooperación internacional en meteorología, climatología, hidrología y geofísica; y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que trabaja en la conservación de la naturaleza y el uso sostenible de los recursos naturales.

En cuanto a los RCG, estas organizaciones son fundamentales y sirven para complementar el trabajo de universidades, centros de investigación y organismos no gubernamentales, en la producción de conocimiento científico sobre los ERALS, los riesgos asociados a la IA y la bioseguridad. La diplomacia científica puede fomentar la fundación de estas organizaciones e impulsar la colaboración internacional, promover la transdisciplinariedad y aplicar el conocimiento científico a la resolución de problemas reales.


(vi) Conectar con el Sur Global

En conexión con el punto anterior, algunos autores han investigado cómo las organizaciones multilaterales con propósitos científicos pueden también servir de puente entre el Norte Global y el Sur Global, o bien cómo el Sur Global puede sacar provecho para sobrepasar desventajas económicas con países económicamente más desarrollados (Rüland et al., 2023)

El CERN es un ejemplo de esto, pues ha ampliado su alcance global al incorporar miembros asociados como India y Pakistán, y establecer acuerdos con otros países. La participación de científicos indios en el desarrollo de los imanes del Gran Colisionador de Hadrones durante la década de 2000, ilustra la colaboración internacional que promueve esta organización (Chohan, 2007). Otros proyectos que destacan (Rüland et al., 2023) son el Reactor Termonuclear Experimental Internacional (ITER), la Matriz de kilómetros cuadrados y la Fuente de luz africana, que demuestran la creciente relevancia de las organizaciones multilaterales con propósitos científicos en la investigación global, involucrando a múltiples naciones y regiones en la búsqueda de soluciones a desafíos comunes (CERN, 2019).

Parte de las discusiones que se dan en torno a los RCG es el papel del Sur Global en estos. Por ejemplo, en los ERALS, países como Argentina están llamados a ser actores importantes en la gestión de la crisis y la producción de alimentos (ORCG, 2023). En cuanto a los riesgos asociados a la IA, la no inclusión del Sur Global puede dificultar la mitigación de daños y agravar la ocurrencia de los mismos. Y en cuanto a enfermedades infecciosas emergentes, varios de los hotspots epidemiológicos se encuentran en esta parte del mundo (Jones et al., 2008).


Conclusión

La diplomacia científica emerge como una herramienta en la gestión de los RCG aún  cuando sea necesario precisar sobre las complejidades políticas y económicas que subyacen a estos riesgos. Su capacidad para fomentar espacios de colaboración y discusión, aliviar tensiones geopolíticas, facilitar las conexiones diplomáticas, promover el desarrollo científico, crear organizaciones multilaterales con propósitos científicos y permitir conectar el Norte Global con el Sur Global, la convierte en un concepto importante para abordar los desafíos que amenazan el futuro de la humanidad. 

Consideramos que a través de estos roles, la diplomacia científica puede contribuir a la creación de un mundo más seguro y resiliente frente a los RCG, y que es fundamental reconocer el potencial de la diplomacia científica y fortalecer su papel en la gestión de este tipo de riesgos. 



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